Esto fue lo que propició una rápida difusión en la América Latina, al grado de que el propio Leopoldo Zea inició, desde el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, la tarea de publicar una historia de las ideas en América, prácticamente país por país, encargada a varios especialistas de renombre, de modo que lo que se inició como tarea generacional en México, se convirtió en una labor latinoamericana.

Pero las cosas no se detuvieron ahí puesto que la mirada de Zea se extendió a todo el mundo, y en particular a los países tercermundistas. Esta es la razón por la cual sus obras han sido traducidas al ruso, al alemán, al francés, al inglés, al italiano y al polaco, lo que le ha acarreado varias distinciones tanto nacionales, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Historia, Ciencias Sociales y Filosofía (1988), como internacionales: el doctorado honoris causa de la Universidad de París X, etcétera.

 

Pero también Leopoldo Zea se ha sentido comprometido con su realidad: como universitario, ocupando la Dirección de la Facultad de Filosofía y Letras (1966-1970), la Dirección General de Difusión Cultural (1970-1973), la del Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, la de la revista Cuadernos americanos, todo ello en la Universidad Nacional Autónoma de México. Leopoldo Zea ha intentado hacer lo que en un tiempo se denominó “política de la cultura”. Es, por lo tanto, un hombre fiel a sí mismo y a su vocación claramente filosófica, en el mejor sentido de la expresión.

 

(Selección y adaptación del texto de Abelardo Villegas en Setenta años de la Facultad de Filosofía y Letras, unam, 1994) Texto que abarca la trayectoria de Leopoldo Zea hasta 1970.